Razones del
cambio
Muchos autores se han preguntado el
por qué el hombre varió su sistema de subsistencia en un momento determinado,
si llevaba milenios adaptándose con éxito a su entorno, aumentando
progresivamente su número y ocupando numerosos territorios.
Hoy día se sabe que los grupos de
cazadores-recolectores del Paleolítico se habían adecuado perfectamente a la
situación, mantenían un perfecto equilibrio ecológico y mediante la caza
obtenían dietas variadas y ricas en calorías, sin tener necesidad de acumular
alimentos ya que podían conseguirlos con facilidad. Como propone Shalins, si no
se intenta analizar aquellas sociedades con la perspectiva de nuestra economía
de consumo, deberían considerarse unas sociedades opulentas, si bien es cierto que tendrían una baja
productividad por su ritmo de trabajo irregular, la no explotación de los
recursos, la movilidad, entre otras.
Recientes estudios demostraron que
con pocas horas de trabajo los grupos nómades pueden mantener una dieta rica en
proteínas. Ello contrasta con la numerosa cantidad de horas diarias que debe
emplear en las tareas de campo un agricultor.
Todo parece indicar que la adopción
de la agricultura se debió no a un cambio en la dieta, sino a que permite
alimentar a un mayor número de personas en un espacio reducido.
En virtud de lo expresado en los
párrafos precedentes la pregunta que debemos hacernos es el ¿por qué del cambio
del sistema de subsistencia?
Gordon Childe propuso la “teoría
del oasis”, trata de explicar que el cambio se debió a causas
ambientales, vinculadas a un proceso de cambio climático asociado con la
desecación de vastas áreas, ello llevó a la desaparición de numerosas especies
de animales y de vegetales, ello motivó que los animales, los vegetales y los
hombres se concentraran en entornos ambientales húmedos. Ésta teoría fue
desechada por los estudios climáticos.
Un avance importante en los estudios
sobre el Neolítico lo realizó Braidwood que estudió los asentamientos humanos
del actual Irak. Pudo demostrar que los primeros asentamientos neolíticos no se
realizaron cerca de los cursos de agua o de las cuencas fluviales, por el
contrario, se establecieron en las laderas de los montes, en zonas favorecidas
a los que denominó “zonas nucleares” en donde crecían en estado silvestre especies
vegetales que paulatinamente fueron
siendo recogidos por el hombre frente a la necesidad de diversificar la explotación
de los recursos existentes. Éste autor consideraba que esta ampliación de
recursos se consiguió a lo largo de un proceso evolutivo, partiendo del estadio
de caza-recolección y pasando por una fase recolección intensiva que denominó “economía
de amplio espectro”.
Otros arqueólogos hicieron
objeciones a la teoría de Braidwood, elaboraron explicaciones más complejas
sobre el cambio del Neolítico. Uno de ellos Binford introdujo la idea de
diferencias culturales entre los grupos, pensaba que ello era debido al lugar
que ocupaba cada grupo en los distintos “nichos ecológicos” en el que se
mantenía un equilibrio perfecto que en algún momento se rompió. Las causas en
el desequilibrio, según Binford, pueden hallarse tanto en el agotamiento de los
recursos con el entorno, como también en la presión demográfica derivada del
aumento de población, la última opción es la más aceptada porque muchos grupos
al convertirse en sedentarios crecen de manera evidente. Este desequilibrio se
solucionaría con la emigración de los miembros más jóvenes del grupo que se ven
obligados a buscar un nuevo nicho ecológico en donde deben incrementar la
producción de los alimentos.
Para finalizar, podemos afirmar que
para muchos autores como Binford, Flannery y Cohen, la causa de los cambios del
paleolítico al neolítico se debió a la presión demográfica, es decir, el
crecimiento progresivo de la población humana, que obligó a aumentar los
recursos, mediante la producción controlada de animales y plantas, actividad
que permite producir más comida por unidad de espacio y permite alimentar a una
población en constante aumento.
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